La presión me hace ver con claridad,
yo disfruto forzando la máquina,
rechacé todo cargo o autoridad,
por estar dedicado a las páginas,
me sentí un castor acechando el lago,
el viento secó cada lágrima,
la tierra curó cada corte,
la niebla ocultó cada norte y poco más,
dejé una postal escrita,
si no es a la cuarta, será a la quinta,
si mañana me necesita, yo parto mi paz por su negra tinta,
dónde vas con esta luz tan gris,
a mi cripta y la fe de violeta amatista,
yo me creo al que menos exista,
siempre me habló de la chispa y claro,
muchas veces los caminos son malos,
la maleza, los ruidos más raros,
cada piedra, cada palo mal pisado,
confirman la vida, seguir levantado,
me han hablado de la noche en el bosque,
el murmullo, el no ver lo que es,
puede ser que la boa se enrosque o los cables del poste te quemen la piel,
tengo miel como postre, un mapa en los pies,
veo el mundo a través de la nieve,
el destino que muchos no quieren,
no puedo orientarme si el alma me duele,
como alfombra la áspera hojarasca,
el sauce se libra de su caspa,
nunca basta distancia, basta el lunes,
te escribo si vuelvo de Alaska,
veo mi cara maltrecha en el hielo,
la sombra esmeralda en la noche ártica,
me siento un humilde viajero,
tapando la llaga en mi carne pálida,
nunca vi tan hermoso el infierno, qué va,
aquí no te sirve el disfraz, eres débil,
no se distingue la marca en los tenis,
no hay ropa Grimey, ni Levis, ni leggin
ni partías de parchís,
tú solo en la crin de la enorme galaxia,
el rumor del ayer me anestesia,
ahora que lo veo tiene gracia,
resulta de que vine aquí buscando olvidar,
arreglar mi desorden,
mil cosas que hacer,
y ahora que no vivo la rutina y me hallo tan lejos,
estoy deseando volver.

Pude ver el despertar de la colina,
se me hizo minúsculo todo,
hasta la ciénaga se ve cristalina,
cuando vienes del más puerco lodo,
en la cima, la huella del dolor,
el final de la luz y del color,
no buscaba el sosiego,
buscaba la fuente y al este se me apareció,
en mis labios el último chester,
último lastre del mundo de ayer,
ya empezaba a olvidar esa peste,
el hedor de lo frívolo y cruel,
hoy me siento el último huésped y me encanta,
¿lo puedes creer? No valoré el continente ni pizca,
cegao por la gente con falso carisma,
hoy la tierra parece distinta,
pronto vuelven las lluvias del norte,
hay prisa, las aves se agrupan, emigran,
el árbol se viste de hogar,
los ecos del cuervo te avisan,
si miras deprisa parecen cristal,
las gotas con terca designa que van divulgando,
llegó el temporal a la isla,
las cuevas, las grutas, las pistas,
a veces no puedo creer lo que veo,
resulta tan pícara y lista que hasta desierta parece un museo,
y entonces me vi renacer mirando a la vida crecer de la nada,
no sé si es posible quedarse,
no sé pero algo me dice no quieres volver.